viernes, 1 de julio de 2011

MANIFIESTO ORGULLO DEL SUR

Tras muchos años de lucha y trabajo por la visibilidad de nuestro colectivo, hemos conseguido por fin desarmarizarnos, hasta el punto de conseguir que las leyes por fin nos respalden. Pero aún queda un largo recorrido para conseguri lo mas dificil, siendo esto la igualdad real en el entorno de nuestra sociedad, que todos y todas las personas sean iguales.

Este año, es el 30 aniversario del primer diagnostico oficial del SIDA, que fue detectado en Estados Unidos en cinco jóvenes gais. Primero le llamaron el cáncer gay, la “peste rosa”, y más tarde la conocimos con el nombre de SIDA. Desde entonces, gais, lesbianas, transexuales y bisexuales hemos hecho frente a la infección por VIH, una pandemia que ha causado el deterioro de la salud, las condiciones de vida y la muerte de miles de personas de nuestro colectivo, pero también de millones de mujeres, hombres, niñas y niños en todo el mundo.

En nuestro colectivo, la infección del VIH ha sido y sigue siendo la mayor amenaza para nuestra salud, especialmente para las personas que tienen prácticas de riesgo, así como para las y los trabajadores del sexo en todo los ámbitos. Nos afecta de una forma desproporcionada, especialmente a mujeres transexuales y hombres que tienen sexo con hombres, y, aunque su tratamiento la ha convertido en una enfermedad crónica, sigue sin tener curación ni vacuna, nos hace vulnerables a otras enfermedades y problemas de salud, nos envejece prematuramente, y puede acortar nuestra esperanza de vida e incluso, sin tratamiento, acabar con ella.

El VIH no es algo del pasado, es algo que nos afecta a todas las personas, también en los jóvenes entre los que la infección está creciendo preocupantemente.
El VIH/SIDA también ha significado y significa estigma y marginación. Lo fue en el pasado, cuando a las personas infectadas se nos trataba como apestadas y nuestras parejas morían mientras nosotros no éramos legalmente nada ni nadie. Lo es ahora, cuando en España sigue habiendo personas que piensan que las personas con VIH somos culpables de padecer la enfermedad; que la ley debería segregarnos o que deberían publicarse nuestros nombres para evitarnos. ¡Los prejuicios son más destructivos que el propio virus!

Convivimos cada día con el VIH, compartimos nuestra vida con otras personas que viven con él, lo sepan o no, nos lo digan o no. Y vamos a seguir trabajando cada día, para frenar la transmisión del VIH y apoyar a quienes vivimos con él, combatiendo la estigmatización y discriminación. ¡Se trata de nuestra salud, de nuestro derecho a la salud, la de nuestras parejas, familias, amigos y amantes!
Hoy, estamos aquí para gritar al mundo que, ¡vamos a seguir luchando, le pese a quien le pese, gobierne quien gobierne!
Esto ya NO se trata de querer, si no de ser, porque nosotras y nosotros SOMOS Y SEREMOS.
Por ello, EXIGIMOS:

  • Que se retire el recurso de inconstitucionalidad contra el matrimonio entre personas del mismo sexo.
  • Que se apruebe la prometida Ley de Igualdad de Trato. ¡No hay salud sin derechos!
  • Que se abaraten preservativos, lubricantes y barreras de látex ¡porque son bienes de primera necesidad!
  • Que se facilite la realización de la prueba del VIH para un diagnóstico precoz de la infección.
  • Que se investiguen y expliquen los riesgos para todas las mujeres lesbianas, bisexuales y heterosexuales frente al VIH y otras infecciones de transmisión sexual. El desconocimiento nos hace más vulnerables.
  • Que el personal sanitario se forme adecuadamente para atender nuestros problemas de salud.
  • Que no se criminalice la transmisión del VIH porque la prevención es siempre una responsabilidad compartida.
  • Que acabe el acoso a los trabajadores y las trabajadoras del sexo, que limita sus derechos y los hace más vulnerables al VIH, la exclusión social y la violencia.
  • Que bancos y aseguradoras dejen de negarnos préstamos e hipotecas por tener VIH.
  • Que haya políticas de inserción laboral para las personas que vivimos con VIH.
  • Que se deje de estigmatizar y discriminar a quienes vivimos con el VIH, para que no se convierta en un nuevo “armario”, para que podamos vivir en libertad e igualdad.
  • Queremos una auténtica educación sexual para adolescentes y jóvenes, respetuosa de la diversidad sexual y basada en la ciencia, una educación laica, pública y de calidad en nuestras escuelas, institutos y universidades.
  • Que la enseñanza de cualquier religión y la profesión de fe o creencia manifestadas en espacios públicos no atenten nunca contra los derechos humanos. Y le queremos decir bien alto al Papa y a la jerarquía católica, que en unas semanas estarán en Madrid, que condenar el condón es bendecir el SIDA.

¡SEGUIMOS EN POSITIVO!

¡MÁS SALUD, MÁS SOLIDARIDAD!

¡VIVA EL ORGULLO DEL SUR!

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